Sin una escuela ni maestro que le enseñe y con solo mirar y practicar a escondidas, Emiliano Portugal ha logrado superar el mero oficio de la metalmecánica y convertirlo en un arte innovador.
Antes de los 16 años, su vida no tenía un destino seguro y parecía que todo desmejoraba. Emiliano no conoció a sus padres. En La Ceja de El Alto estaba su hogar y en cualquiera de sus calles, había una buena cama cuando el sueño lo encontraba pidiendo algo de comida.
“Soy de El Alto. Durante seis años viví en la calle. No tengo padres. Dormía en los pasillos o en los bares. En las mañanas, caminaba y me iba a una plaza a dormir para que me dé un poco de sol. Había días en que no comía. Tampoco pedía limosna. Iba a las pensiones, les ofrecía botar su basura y a cambio, me regalaban algo para comer”, contó el joven.
Esa edad, en la que un niño necesita más de apoyo filial y de educación, ha sido la etapa más difícil para Emiliano. Pero cuando cumplió los 17 y se presentó al cuartel, la vida le fue cambiando el rumbo. Aunque no da detalle, el servicio militar le abrió los ojos y él observó un nuevo horizonte para su vida.
Tras licenciarse, en vez de volver a las calles, decidió irse a Santa Cruz, con lo poco que tenía en las manos: Un pasaje y muchos sueños que cumplir. “En Santa Cruz fue donde aprendí el oficio de la metalmecánica. Pero no fui a ningún instituto, tampoco nadie me enseñó. Me puse a trabajar. Yo veía cómo soldaban y en las noches, cuando el dueño no estaba, me ponía a soldar mis propias cosas. Estuve así por cinco años”, recordó.
Emiliano vio que podía hacer más de lo que sus expertos compañeros hacían. Las ideas se fueron acumulando en su cabeza y además de rejas y portones con figuras, ideó otras creaciones con el fierro que llegaba a sus manos.
Ahora, este joven alteño montó su taller en la zona de Villa Adela de El Alto y desde ahí, viene explorando figuras que están concebidas en el exterior del país, pero que acá en Bolivia aún no se realizan. En la Feria de exposición HuaynaFex, organizada por la alcaldía de El Alto, presentó uno de sus inventos: La parrilla giroscópica, que gira 720 grados y de esa forma cocina la carne de manera deliciosa.
Otro de sus trabajos innovadores es el triciclo reclinado Amucán, que fue diseñado con la simple observación de un modelo del exterior. “Se maneja echado. Es más cómodo y es para darse un lujo”, dice, orgulloso de su invención.
También está mejorando los diseños de los portones corredizos comunes, y ahora construye una “mesa flotante”. “Siempre me dicen que mis ideas no se podrán hacer. Pero yo les demuestro creando lo que sea. Sé cómo es vivir en la calle. Eso me motiva. Por eso no me gusta quedarme atrás con nadie”, afirma. Emiliano Portugal es un alteño que da ejemplo de superación.
Vía: Revista Los Hijos del Huayna