Chaguaya recibe a jinetes y caballos en una travesía de fe y bienestar animal

Tras dos días de recorrido por caminos polvorientos y paisajes devotos, la “Cabalgata de Fe” llegó este domingo a Chaguaya. Pero no solo fue una travesía espiritual para los jinetes. Para los caballos, según Miguel Muñiz —preparador ecuestre de Arequipa, Perú—, fue una jornada de ir desestrés, ejercicio y conexión emocional.

“Esto no es solo montar. Es un binomio”, afirma Muñiz con voz pausada y mirada firme. “El caballo te tiene que entender, y tú a él”. Su filosofía de entrenamiento se aleja de la exigencia bruta y se basa en el respeto mutuo, la observación diaria y el cuidado integral.

Muñiz describe su método como progresivo y emocionalmente consciente. “No se trata de ensillar y salir. Hay que calentar, hacer una calistema, y luego exigir. De menos a más, siempre”. Su rutina incluye caminatas de 40 minutos, tres veces por semana, combinadas con paseos relajantes. “El animal se estresa. Sacarlo a andar es como salir con tu familia. Igualito es el caballo”.

Cada caballo bajo su tutela es revisado a diario: cómo defeca, si toma agua, si consume su sal y concentrado. “La alimentación es clave. Medicinas, vitaminas, suero… están al día en todo”, asegura. Las yeguas que participaron en la cabalgata no fueron exigidas más allá de sus capacidades. “Si no dan más, se cuidan. No se joden. Al otro día no se montan”.

El proceso de adiestramiento comienza desde potrillos en concursos de tiro. A los tres años, se inicia el trabajo con bozal —una herramienta que enseña al caballo a usar las riendas sin dolor. Luego, se incorporan las cuatro riendas: dos del bozal y dos del freno. “Se usan paulatinamente, hasta que el caballo se acostumbra. No se remiere el freno, no se lastima. El caballo debe obedecer por confianza, no por castigo”.

Muñiz advierte sobre los riesgos de mantener a los caballos estabulados o amarrados. “Si debería vivir 30 años, a los 15 ya está fregado”. Por eso, tras la cabalgata, sus animales serán liberados en campos abiertos para descansar y alimentarse naturalmente. “Eso no es maltrato. Eso es cuidado”.

La evolución de la atención veterinaria en la región también le da esperanza. “Antes solo había para vacas. Ahora sí hay especialistas en caballos”. Y aunque siempre cuenta con apoyo profesional, Muñiz ha adquirido conocimientos básicos de sanidad equina. “Si pasa algo, llamamos al veterinario. Pero nosotros también sabemos cómo actuar”.

Miguel Muñiz no solo prepara caballos para recorrer caminos de fe. Los acompaña, los escucha y los protege. En su método hay técnica, pero también ternura. En su voz, experiencia, pero también devoción. En Chaguaya, la cabalgata no solo fue espiritual: fue también un homenaje al vínculo sagrado entre hombre y caballo.