Bolivia recibe el Año Nuevo Aymara 5533 con rituales ancestrales y energía renovadora

Este sábado 21 de junio, Bolivia celebró con fervor el Willkakuti o Año Nuevo Aymara 5533, una de las festividades más significativas del calendario andino, que marca el retorno del sol y el inicio de un nuevo ciclo agrícola. La jornada estuvo cargada de simbolismo, espiritualidad y orgullo cultural, con ceremonias realizadas en más de 200 sitios sagrados a lo largo del país.

Desde las primeras horas del día, miles de personas —entre ellas autoridades, turistas y miembros de comunidades originarias— se congregaron en lugares emblemáticos como Tiwanaku, el Salar de Uyuni, Samaipata, el lago Titicaca y el cerro de las Qollqas en Cotapachi, también en Tajzara en el sur del país. Con los brazos extendidos hacia el cielo, recibieron los primeros rayos del sol como símbolo de renovación espiritual y conexión con la Pachamama (Madre Tierra) y el Inti (Sol).

En el complejo arqueológico de Tiwanaku, el presidente, Luis Arce, en la ceremonia central desde el templo de Kalasasaya, reafirmó el compromiso del Estado con la revalorización de las culturas originarias. “Es un momento para agradecer a la tierra por su fertilidad y pedir abundancia para el nuevo ciclo”, expresó el viceministro de Descolonización, Pelagio Condori.

Los rituales incluyeron ofrendas tradicionales con hojas de coca, fetos de llama, incienso y alimentos como la calapurca, una sopa espesa cocinada con piedras calientes. La música autóctona y las danzas ancestrales acompañaron la jornada, que también fue una oportunidad para el turismo cultural y el fortalecimiento de la identidad andina.

El Año Nuevo Aymara fue declarado feriado nacional en Bolivia en 2009 mediante el Decreto Supremo 173, como reconocimiento a la cosmovisión de los pueblos indígenas. Esta celebración coincide con el solsticio de invierno en el hemisferio sur, considerado un momento de alta energía y transformación.

Más allá de Bolivia, el Machaq Mara también se celebra en comunidades indígenas de Perú, Chile y el norte de Argentina, consolidándose como una fecha clave para la resistencia cultural y la espiritualidad andina.